(sin)Razones de un Sentimiento…

La eliminación en semifinales de Champions, en casa y ante un Chelsea inferior y menguado, cerró la que quizás sea la peor semana del Barcelona FC en mucho tiempo. La igualada significó un revés para el once culé, sin dudas una máquina de jugar (gran) fútbol, que para mayor inri recibió el tiro de gracia de uno que no será merengue, pero tiene linaje madrileño: el “Niño”…

Bautizado por Sabina como el “Principito heredero corazoncito de colchonero”, Fernando Torres fue profeta en su tierra y sacó a relucir su estirpe de matador para reivindicarse ante el Marqués del Bigotón Forestal, quien le exige más goles para satisfacer sus ganas tremendas de llevarlo a defender el título europeo que España le debe a su alma rojiblanca…
Porque se deberá a Stanford Bridge, pero su casa es el Vicente Calderón… Como yo, que soy homo viborensis, pero santaclareño hasta la médula y naranja a prueba de decepciones…
Quizás por esa fidelidad a un equipo que ha hecho de perder finales un arte y del segundo puesto su hogar, me distancié del tedioso antagonismo Barça-Real Madrid para encariñarme con el Atlético de Madrid: nadie sabe por qué los aman, pero los aman como a nadie…
Es fácil irle al Barcelona o al Madrid. Razones sobran. Pero creo firmemente que el 74,8 % de sus seguidores cubanos lo hacen por pura moda. Es lo que se lleva, es lo que se ve, lo único que parece contar cuando se habla de fútbol… Se lo han ganado con historia, talento y nivel…
Por el contrario, irle al Atlétic no tiene explicación lógica. En España fue muy famoso el spot de un niño que le pregunta al padre, en el coche, mientras esperan el cambio de luces en un semáforo: “Papá… ¿Por qué somos del Atlétic?”… Y el padre enmudece, como si de pronto él mismo se hiciera esa pregunta, cuya respuesta desconoce…
Va a sonar cursi y quizás lo sea, pero ahí va: es que el amor no tiene explicación… Y yo amo a mi equipo, o mejor dicho, mi equipo me enamoró a mí…
Yo voy al Sandino desde aquellos irrepetibles años 80, cuando salió y se consagró quizás la mejor generación de peloteros cubanos después de 1959, encabezada por… bueno, si ustedes me sufren con frecuencia saben a quién me refiero…
Me identifiqué enseguida con la idiosincrasia del Villa Clara y su versión enriquecida, Las Villas: su color naranja, su centralito en la manga, los fildeos de Acebey, los jiles de Zamora, el mascoteo de Albertico, las lechadas de Riscart, y los robos de… sí, ese mismo…
Después vinieron los 90 y las tres coronas al hilo con Pedro Jova al mando, y la llegada de Toca, Paret, la Araña Díaz, Michel Perdomo y Pestano, los jonrones de Eddy Rojas y Machado, el picheo de Rolando Arrojo, y el espectáculo integral que siempre regaló… ya saben…
Tiré cucuruchos y me tiré yo mismo al terreno, rugí cuando el Diablo López le estampó las costuras en la nuca a Orbe Luis cuando se le tiró en home con el spike en alto, participé en la mejor ola que grada cubana haya armado nunca, y coreé con la Aliamén aquel himno de guerra que acompañaba al número 32 al son de pelotero de pies a cabeza… nadie juega como…
Desde entonces estamos cagaos de aura: 6 finales perdidas, 2 de ellas por barrida, y la peor, la última, nada menos que ante un Industriales inferior en todo menos en ganas de vencernos y voluntad de no rendirse… Y perdimos porque quien nos dirigía toleró cosas que jamás habría tolerado el que formó a esta camada… Él…
He jurado una y mil de veces sacarle el pie a la pelota, y me he desdicho otras tantas… La esposa de un colega, amigo y ariete contramuros, nos acusa de masoquistas e irracionales, pero ella retrocedió en Cuba hasta la minúscula Esperanza para vivir con su amado, o sea, es la menos indicada para cuestionar las locuras que se hacen por amor…
En resumen, que me importa un wevo el destino de culés y merengues: hoy regresa mi equipo a playoff y lo demás… lo demás es picadillo de soya…