Revival

Amigos, permítanme que hoy reincida en mi mismo: si tienen paciencia, prometo presentarles al Pablo dela Torrienteque no nos presentaron en la escuela, con sus inaccesibles héroes de atrezzo, increíbles como ningunos…  

Les cuento. Preparé este trabajo con la idea de ganar los 500 pesos de un concurso escolar, que en mi 4to año era una fortuna y la posibilidad de botar los zapatos más apestosos que he tenido en mi vida. Ya sé que el motivo no es muy patriótico, pero lo importante fue que “descubrí” a un Pablo tan, pero tan vivo y necesario, que a partir de entonces me volví un incondicional a su obra…

De más decirle que mi tesis fue sobre él, demostrando que 40 años antes que Tom Wolfe hablara de Nuevo Periodismo, ya Pablo cumplía todos los requisitos del movimiento que, supuestamente, nació en los iconoclastas años de la contracultura… Claro, Pablo fue un hombre dela Vanguardia, política, de pensamiento, de arte y de corazón…

Al respecto les cuento algo… Un día antes de defender mi tesis, la oponente exigió mi “no defensa”, la peor de las defenestraciones posibles enla Universidad… Se le fue la mano, pero al final se lo agradecí, pues me dio unos meses para perfilar la investigación, depurar la redacción y mejorar el producto…

Así, me tocó defender el 28 de octubre, día de San Judas Tadeo, santo de las causas imposibles y miembro honorario del destacamento celestial de refuerzo que a cada rato movilizan en mi casa… Aquella mañana se apareció de pronto un babalawo enla Facu, que llegó por “error”, y se llamaba Pablo… Tal vez fue casualidad, pero me sentí protegido, y luego de par de tragos de vino casero, defendí mi tesis…

La postergación y el reclamo de “no defensa” impedía darme 5, y ese inmenso pedazo de pan que Dios lo tenga de Decano en su Facu, el gran Julio García Luis, evitó una revuelta civil enla Calle Gal darme “la mayor calificación posible”… Y yo sentí las trompetas del Día del Juicio, anunciando mi graduación…

En fin, yo creo que mejor que leerme a mi es leer a Pablo, pero espero que esta suerte de entrevista en son de coña les diga algo de uno de esos imprescindibles que tanto se extrañan, y que tanto quisiera ser…

PD: Gané el concurso, los 500 pesos y unos zapatos nuevos…

 

Te Digo que es Bello Vivir

«La sombra que dejaba su vida bajo el sol, 
con su muerte asciende, cada vez mayor, hacia la luz» 
Miguel Hernández

 

Una entrevista no es fácil. Requiere de oficio, preparación y habilidad para liarse a preguntas y respuestas con un antagonista siempre en guardia y presto al contraataque. Y si el entrevistado está muerto, empeora la situación. ¿Cómo entrevistar a un muerto sin misticismos cardesianos ni negocios con Hades?

La clave me la dio el guapachoso Hiliodomiro del Sol, casual Soldado Desconocido norteamericano por obra y gracia de mi entrevistado: un hombre con la clásica dualidad del que asume su deber sin dejar de sonreír (o carcajearse atronadoramente) ante la vida. A estas alturas me pregunto si en verdad está muerto o entregándose a otras de sus  cotidianas coñas respondiendo mis impertinencias desde la ultratumba.

Pablo Félix Alejandro Salvador de la Torriente y Brau nació el 12 de diciembre de 1901 en el número 6 de la calle General O´Donnell, en San Juan, Puerto Rico. Nieto del destacado periodista boricua Salvador Brau, escribe su primer artículo a los nueve años en la revista “El Ateneísta” de los Colegios Internacionales del Cristo, haciendo válido aquello de que “de casta la viene al galgo”. Comenzó así la carrera periodística del que, según Raúl Roa, marchaba con la pluma en ristre. Decidí bailar en casa del trompo y hacerle el cuestionario que en vida nunca le hicieron.

No fue fácil encontrar a Pablo. Primero fui al proletario Cementerio del Este, en Chamartín, buscando los cipreses donde Valentín González despidió el duelo del arrojado y capaz comisario de guerra de la Primera Brigada Móvil de Choque. Partí luego a Barcelona, buscando el nicho 3772 del cementerio Montjuic de la Ciudad Condal. Al fin, de un cercano montículo frente al mar, salió el ánima gigante de mi entrevistado, modelo de revolucionario, internacionalista, humanista, periodista, hombre y jodedor consuetudinario: Pablo de la Torriente Brau. 

Pablo, has estado en tantos lugares que te pregunto ¿cuál es tu nacionalidad? 

“Mi nacionalidad es otro lío. Tuve la desgracia de nacer frente a una de las estatuas de Colón, en que aparece siempre encaramado en un palo de mármol, con la mano sobre los ojos, como si el almirante hubiese sido un infeliz grumete. Y comprendo que esto me va a traer mala suerte cuando sea famoso. Los cubanos, porque he vivido siempre en Cuba, van a querer que yo sea cubano; los puertorriqueños , porque nací en San Juan y soy nieto, y estoy orgulloso de serlo, de Salvador Brau, también van a querer que yo sea de allá; los montañeses, los vizcaínos, los catalanes y hasta los mismos venezolanos van a encontrar la raíz de mi origen en ellos, y va a ser tremendo el desasosiego con que voy a vivir en al inmortalidad. Igual que mi fatídico padrino, el Almirante”.

¿Puedes darme una panorámica autobiográfica de tu vida social en los años veinte? 

“Miembro de Línea dela Real Academiade Football Intercolegial del Club Atlético de Cuba. Decano de la sociedad de Empleados del Bufete Giménez, Ortiz y Barceló, en comisión de servicio del Dr. Fernando Ortiz. Mecanógrafo de mérito. Taquígrafo graduado. Alumno de Dibujo dela Escuela Libredirigida por el pintor Víctor Manuel y domiciliada en cualquier café deLa Habana. Exredactor anónimo de periódicos desconocidos. Socio de Pro Arte Musical, dela Hispano Cubanade Cultura, del Centro de Dependientes, de Gonzalo Mazas, etc., etc. Confieso que después de ver cuanto título tengo, yo mismo me asombro de ser tan perfectamente desconocido”.

Mencionaste tu labor en San Ignacio #40, el histórico bufete de Fernando Ortiz, Manuel Giménez Lanier y Oscar Barceló. Ahí conociste, entre otros, a Rubén Martínez Villena. ¿Qué recuerdas de él entonces?

“Por entonces Rubén decía, junto a Julio Antonio Mella, que murió de asesinato en México, cosas furibundas contra Alfredo Zayas… ¡Quién les iba a decir que, a través dela Historiaque aquel nunca escribió, iba a aparecer más tarde como un espíritu seráfico… angélico… perfecto… perfecto… perfecto…!” 

¿Cómo era tu vida de mecanógrafo en el bufete? 

“El que trabaja con una máquina de escribir de un bufete se parece a un arriero de mulas por las lomas de Oriente… Todo el día un sonido monótono… en vez de subir y bajar las montañas, subir y bajar el papel por el rodillo… en vez del horizonte de la cima de las cuestas, el límite descansador de cada Por Tanto ala Sala Suplico…en vez del final de los pueblos, el horizonte de las 5 de la tarde… todo el día un sonido monótono… en vez del campanilleo del arriero, el triquitri triquitri del tecleo… Igual que un arriero un empleado de bufete”.

Por esa época conociste a Teté Casuso. Dicen que te enamoraste de ella como un caballo. ¿Cómo pudieras expresar tu sentimiento hacia ella? 

“De mis viajes prefiero el que hice a Sabanazo, porque allí conocí a Teté; de mis aventuras, la que vivo al lado de esta mujercita incomparable es la mejor; y en cuanto a mis trabajos literarios, los que más me agradan son los de Batey, de Batey el prólogo, y de este la última línea, aquella que dice: ¡Para Teté Casuso, muchacha!” 

Sin embargo, sé de otra mujer en tu vida, María Zurdo Bustamante, la hija del griego, con la que repasabas inglés. Le dedicaste una versión novelada de la película “El Séptimo Cielo” allá por 1928. Ella misma escribió, al cabo del tiempo y ya casada “Yo vivo enamorada de una sombra de lo que pudo ser y nunca fue. Mi corazón quedó en Majadahonda, lejos de aquí, donde nunca iré” ¿Cuál fue tu principal temor en una relación formal con María Zurdo Bustamante? 

“No encontrar en mi hogar con ella ese calor de amante con que sueño en mis exuberancias juveniles. Toda ella parece nada más que un ser que está en este mundo sólo de pasada y como buscando un alma viva con que presentarse en la eternidad”.

Tengo ante mi un comunicador nato. La conversación fluye con Pablo e invariablemente tengo que derivar hacia dos temas obligados: la lucha política revolucionaria y el periodismo, herencia del abuelo. Comienza con el coronel Camejo en “El Veterano”. En “El Nuevo Mundo”, editado por el general Emilio Nuñez, publica  otros escritos, leídos sobre todo por su hermana Zoe. Ya sea con la Remington o la Underwood, su maquinita de escribir habla por él en cualquier medio de prensa que brinde sus páginas a este reportero. Desde “Línea”, órgano oficial del Ala Izquierda Estudiantil, lanza sus primeros trabajos políticos, “Hermanos Lobos” y “¡Arriba muchachos!”. Solamente en el rotativo “Ahora” publica alrededor de 119 trabajos entre el 10 de octubre de 1933 y el 8 de marzo de 1935. En New York edita “Frente Único” y en España “Al Ataque”. Trabaja como corresponsal para “New Masses” y “El Machete”. Su artículo “Guajiros en Nueva York”, publicado en la revista Bohemia, le merece póstumamente el codiciado premio “Justo de Lara”.  

Decía Raúl Roa que tú “escribías normalmente, como sudabas o respirabas”

“Hay que reconocer que Raúl Roa y yo tenemos la enorme y vital virtud de ser exagerados, excesivos, hiperbólicos. En el fondo, esta es la única manera real de ser”.

Pero algo hay de cierto en eso ¿no? 

“Mis ojos se han hecho para ver las cosas maravillosas. Y mi maquinita para contarlas. Y eso es todo”. 

Dime tu curriculum como escritor y periodista 

“He escrito Batey, en colaboración con Mazas, en 1930. He escrito Presidio Modelo, inédito aún y que le rompería la cara a todos los libros publicados sobre el tema del Presidio y del cuál podría sacarse una película prodigiosa. He escrito muchísimos cuentos más, algunos de la revolución, pero no he publicado casi nada. Casi todo lo he hecho en trabajos para los periódicos. Fui de los fundadores de Línea, del Ala Izquierda Estudiantil. Escribí en Alma Mater y en las revistas de Cuba que quieras. En Ahora, enLa Habana, publiqué diariamente durante un año, trabajos, informaciones e interviews. El mejor trabajo de todos esos fue una información sobre el Realengo 18, cuando este estaba sitiado por el Ejército”.

¿Es importante la memoria para un periodista? ¿Cómo han incidido tus recuerdos en tu labor reporteril? 

“Yo he visto demostraciones del Primero de Mayo en New York. Yo he visto los mítines de Union Square y el Madison Square Garden. Yo he visto las demostraciones populares deLa Habana, en contra de la presencia de los acorazados americanos en aguas cubanas. He visto a un hombre bajo el paroxismo revolucionario, disparar contra los barcos de guerra yanquis, en la bahía deLa Habana. Hevisto a un hombre, bajo el pánico, huir del linchamiento de una multitud justamente furiosa. He visto la cara de un policía acobardado delante de mí. Y he visto sonreír a un compañero moribundo. Mi memoria es un diccionario de recuerdos indelebles”.

Te referías, sin dudas, a Rafael Trejo. ¿Qué significó el 30 de septiembre de 1930 en la vida de Pablo de la Torriente?

“Mi vida ha sido libre, tiene muchos recuerdos interesantes, pero creo que ninguno puede ser más trascendental que el del 30 de septiembre. Fue un día hermoso e inolvidable. Entre todos estos fragmentos de aquel día, precipitados en un torbellino emocionante, recuerdo con más intensidad que ninguno la última sonrisa de Rafael Trejo, que fue a la par grato y doloroso, inefable y triste. Se había despedido de mí con una sonrisa animadora, él, que se iba a morir. Por eso aquel recuerdo es tan claro, tan patético e inolvidable para mí”.

Define revolución social… 

“La Revoluciónno es el sueño de un poeta solitario sino la canción imponente y sombría de la muchedumbre en marcha”. 

Profundizando en materia política, quisiera que me resumieras tus principales acciones antes de venir a España. 

“Fui uno de los seis fundadores del Ala Izquierda Estudiantil universitaria de Cuba, en 1930. Tomé parte en la famosa tángana del 30 de septiembre, reinicio de una violenta campaña contra Machado, y tuve el honor de ser herido en ella, junto a Trejo. Guardé prisión en Cuba por un total de 27 meses, en los presidios deLa Cabaña, El Príncipe, la cárcel de Nueva Gerona y el Presidio Modelo, de Isla de Pinos. Fui, de la prisión, enviado a España, pudiendo quedarme en New York, en donde, por espacio de cuatro meses, vendí ice-cream por la calle y trabajé en una factoría de escobas. Regresé a Cuba a la caída de Machado y tomé parte en la depuración universitaria, especialmente en la de Antonio Sánchez de Bustamante. Estuve en el ataque al Instituto por el Ejército, en el que hubo muertos y heridos. Estuve también en otro ataque ala Universidad. Toméparte en la última huelga, y, por mis ataques al Ejército de Batista, contra el que formulé acusaciones por asesinatos en el propio Campamento de Columbia, ante un consejo de guerra: si me cogen esta vez me la arrancan. Huí en aeroplano para Miami y de ahí vine para New York, en donde actúo con el club Julio Antonio Mella,la Liga Antiimperialistay otras organizaciones revolucionarias”.

¿Qué le faltó a la huelga del 1935? 

“Iniciar con un golpe de audacia la revolución”.

¿Crees entonces que tal huelga fue un error? 

“La huelga revolucionaria no fue un error, sino una necesidad; de lo contrario no hubiera sido posible movilizarla a lo largo de todo un mes que cubrió su ciclo, desde el movimiento de los niños de las escuelas hasta las demandas obreras. Tú no estuviste enLa Habanaen aquellos días inolvidables. Nadie te los podría pintar. Fueron imponentes. ¡Y nada se hizo! Ni siquiera se replicó al terror. Se dejó asesinar cobardemente a los hombres. Nadie tenía nada preparado. Todos, auténticos, guiteristas, abecedarios, fueron unos canallas o unos imbéciles. Y no admito términos medio. Obreros, estudiantes, empleados y maestros dieron de sí todo lo que tenían. Ellos, los fundamentos del pueblo, realizaron su esfuerzo, pero faltaba el elemento combativo”.

Mezclas a los guiteristas junto a auténticos y abecedarios, tratándolos de canallas o de imbéciles. ¿Es ese tu criterio sobre los seguidores de Guiteras? ¿No serás un tanto injusto? 

“De toda la gente, la de Guiteras fue la que mejor quedó, porque se sabía su actitud contraria a la huelga; y los que están bien enterados de su actuación me han asegurado que hizo esfuerzos enormes por obtener lo necesario para alzarse”.

Háblame de Guiteras y su proyecto. 

“Tuvo, arrastrado por su fiebre, el impulso de hacerlo todo. E hizo más que miles. Y tenía el secreto de la fe en la victoria final. Irradiaba calor. Era como un imán de hombres y los hombres sentían atracción por él. Les era misteriosa, pero irresistible, aquella decisión callada, aquella imaginación rígida hacia un solo punto: la revolución. Tuvo también defectos. El día del castigo no hubiera conocido el perdón. Era un hombre de la revolución”. 

Luego del fracaso de la huelga del 1935, partiste hacia los Estados Unidos. ¿Cómo fue tu labor allá? 

“He escrito más artículos que cuando estaba en Ahora, de ingrata y grata memoria. Hasta para México y Canadá he escrito. Da satisfacción ser útil y no cruzarse de brazos o recrearse en el chisme revolucionario”.

¿Qué te pareció New York? 

“Siempre llovizna; siempre frío; siempre humo en la boca, en la nariz… humo por todos los orificios. Es una mierda. Hay una humedad sucia y pegajosa que pone de mal humor y triste. Hay veces que estoy aburrido sin saber por qué… En resumen, que no cambio el Empire por un bohío en las lomas del Realengo”.

En New York fuiste watchman, portero de cabaret, busboy, waiter, fregaste platos, vendiste helados, hiciste escobas, en fin… Supongo que tu capacidad intelectual estuviera resentida. 

“La culpa es de New York. Aquí, en año y medio de exiliado político, no he hecho otra cosa que cargar bandejas y lavar platos. Me puse estúpido. Me volví tornillo. He sido uno de los diez millones de tuercas. Algún día me vengaré de New York”.

¿Cuál ha sido, a tu entender, el mayor crimen del sistema imperialista norteamericano? 

“Crear en la mente de un pueblo de esclavos un imbécil complejo de superioridad que lo mantiene en la abyección y hasta lo ha impulsado a ser cómplice de brutales rapacidades”.

Al fin, el primero de septiembre de 1936 te vas de New York en el barco francés Ille de France. ¿Y eso que decidiste unirte a las milicias españolas? 

“Allá en Cuba se dice, por el canto popular jubiloso: no te mueras sin ir antes a España. Y yo me voy a España ahora, a la revolución española, en donde palpitan hoy las angustias del mundo entero de los oprimidos. La idea hizo explosión en mi cerebro, y desde entonces está incendiando el gran bosque de mi imaginación. No me arrastra ninguna aspiración de mosquetero. Voy simplemente a aprender para lo nuestro algún día. Si algo sale mal, sale al paso, es porque así son las cosas de la revolución. Y hay, como siempre en mí, la emoción del impulso que me dice que allá está mi lugar ahora”. 

¿Algún incentivo en especial? 

“Recordé que yo era periodista, que mi gusto era ir por entre el pueblo, buscando su emoción para expresar sus anhelos. Yo asisto a la vida con el hambre y la emoción que voy al cine. No me canso de ver esto. Como no tengo tiempo de ir al cine, el cine lo encuentro en la calle. Todo es espectáculo para mí”. 

¿Qué importancia le concedes a la Revolución Española en el orden personal? 

“En lo que respecta al orden personal, considero ese reportaje como una extraordinaria oportunidad a mi alcance, en cuanto a resonancia de un trabajo de índole revolucionaria. Aprendizaje. Realidad extraordinaria. Allí está la maravillosa lección única. La oportunidad de vivir. De que las pupilas vean algo digno de ser visto por un hombre”.

Escribiste y polemizaste incansablemente. Incluso planeaste escribir un libro, La Leche de Buitrango. ¿Cómo conjugaste el “ver” y el “relatar”? 

“Quisiera no tener que escribir, porque escribir me lleva el tiempo que necesito para ver. Trabajo infatigablemente. No siento en lo absoluto el cansancio, pero me hace falta más tiempo. Por muy rápido que escriba, siempre necesito estar por las calles recogiendo impresiones. Tengo varias libretas llenas de impresiones, de notas, de opiniones. Cuando uno se pone a escribir es que, por un momento siquiera, le ha vuelto a uno su capacidad de emocionar el recuerdo”. 

Ahora bien. Tú fuiste a la guerra en calidad de periodista y de pronto te vemos de comisario de guerra junto al Campesino. No parece aparejado. 

“Mi cargo de comisario de guerra con Campesino acaso sea un error desde el punto de vista periodístico, puesto que tengo que permanecer alejado de Madrid más tiempo del que debiera, pero, para justificarme plenamente, comprenderás que en estos momentos había que abandonar toda posición que no fuera la más estrictamente revolucionaria de acuerdo con la angustia y las necesidades del momento”. 

¿Algún otro problema? 

“Bueno, otro problema es el del puñetero frío. No es justo que un corresponsal de mi categoría, representante de New Masses y El Machete, ande por las montañas con su sencillo lumber-jacket, temblando más que un condenado a muerte, a pesar de no tener miedo”.

Luego de luchar con el pueblo de Cuba, te ves codo a codo con el pueblo de España. Tal vez la experiencia no fue novedosa para ti.

“No creas, el pueblo es siempre emocionante para mí. Porque, claro, el pueblo, además de ser en sí, por grande, como el mar, una cosa abstracta, es una cosa concreta, la más concreta de todas las cosas humanas, sin duda. Y no se moviliza por obra de ningún misterio, sino por el movimiento de sus propios resortes, de sus órganos vitales”. 

Sé que tu música favorita era la Sinfonía desde el Nuevo Mundo, de Dvórak. ¿Qué pensabas bajo las balas en este nuevo mundo que era la guerra para ti? 

“Recordé con cierta pena el tiempo en que la música tenía para mí horizontes más diversos que el de los himnos de la revolución desacordemente entonados”.

Cambiando el tema… ¿Cómo es para Pablo la vida? 

“La realidad es solo un sueño pobre, y la vida, si la vida es algo que quiera valer la pena, es de verás el huracán de sueños de los primeros años impetuosos, locos, vehementes y desaforados. Te digo que es bello vivir”.

¿Qué piensas de José Martí? 

“Fue grande y será eterno, solo porque toda su vida no fue más que la versión hecha hombre de un pueblo entero; porque simboliza como ningún otro toda la vida y la historia y las penas y los sacrificios y las luchas siempre inconclusas del pueblo cubano. A mí nadie puede darme lecciones de cubanismo, porque aprendí a leer enLa Edadde Oro”.

¿Y de Roa? 

“Cabeza desordenada de Beethoven hambriento y figura de Hamlet estilizado. ¿Qué museo guardará su lengua?” 

¿Crees en la perfección humana? 

“Ni me interesa, ni creo en el hombre perfecto. Para eso, para encontrar eso que se llama el hombre perfecto basta con ir a ver una película del cine norteamericano”. 

¿Algo te presionó alguna vez? 

“Las veinticuatro horas miserables que tiene el día”.

¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción? 

“Puedo asegurar que lo mejor y más noble de toda mi vida es haber sido amigo, haber merecido el cariño fraternal de dos hombres tales como Rubén Martínez Villena y Gabriel Barceló”.

Sin tus cartas esta entrevista hubiera sido un sueño. ¿Qué representa tu epistolario? 

“Mis cartas son las actas oficiales de mi pensamiento”.

¿Estás satisfecho del deber cumplido? 

“No estoy satisfecho de nada. Ni siquiera con el deber cumplido. Porque por más sofismas e hipocresías que se empleen, cuando el cumplimiento del deber no conduce a otra cosa que a la vanidad personal “de haber quedado bien”, después de esto a nada conduce. Debiera existir el “deber del triunfo”, y entonces si daría gusto el cumplimiento del deber”.

Por último ¿nunca has temido haber adoptado una postura incorrecta en la vida? 

«No tengo nunca miedo de escribir lo que pienso, con vistas al presente ni al futuro, porque mi pensamiento no tiene dos filos ni dos intenciones. Le basta con tener un solo filo bien poderoso y tajante que le brinda la interna y firme convicción de mis actos. No me importa nada equivocarme en política porque sólo no se equivoca el que no labora, el que no lucha». 

 

(Para la realización de esta entrevista fueron tomados fragmentos íntegros de cartas y artículos de Pablo dela Torriente, así como testimonios de allegados al luchador)

 

6 respuestas a “Revival

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  1. Que orgullo me da saber que la persona a la que mi abuela enseño a escribir con un palito en la tierra haya dejado esa huella en ti. Gracias en lo que a mi tio concierne y volvere sobre Pablo

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