9 años son algo

Algunos de mis imprescindibles, hay otros que viven lejos, pero los tengo muy cerca

A la promoción 2003

 Pasó el 28 de octubre y ni cuenta me di. Vine a caer cuando mi encabronada madre, sin otro reproche que soltarme por no telefonearle durante los 6 días de diluvio santaclareño, disfrazó un cambio de tema con un aparentemente inocente “Ayer fue San Judas… ¿te acordaste?”.

Conociendo a la madre que me parió, ya sabía que su pregunta era retórica, porque más sabía ella que yo no tenía puta idea de qué día era. Pero igual intenté embarajar…

–         No jodas que ayer fue San Judas…

–         Ay, Carlos Enrique, se ve que tú vives montado en la colcha de trapear…

Amén de la descarga materna, me jodió olvidarme del 28 de octubre. Y no por tirarle flores a un héroe de tumba incierta, en charcas que ni al mar salen, sino porque ese día de 2003 me hice licenciado: parece que fue antier, pero ya llevo 9 años de graduado. Y 9 años sí son algo…

En 9 años he sido anónimo, famoso y olvidado. Me gané un nombre en la prensa cubana y lo defiendo a puro escrito malpagado. Me mudé 13 veces para casas que nunca fueron ni serán mías, pero no claudiqué. Me casé dos veces y fracasé ambas, pero aún creo en el amor. Le di tres vueltas a Cuba, caminé por 12 países y al menos pisé tres más. Fui vendedor de bizcocho, tutor, bloguero, editor de un libro de cocina y corrector de un thriller alemán, ciclista en Berlín, Hanói y Lavana, preguntón de presidentes, candidato a escombro y bailarín ai si eu te pego…

Pero yo soy apenas uno más en aquella promoción del 2003, que dio un cabaigüanense que habla chino, un tanque pensante filósofo popular, dos comunicadoras en línea con el mundo que nunca llaman, súbditos de dos monarquías, un sobrecargo, estrellas provinciales de la TV, una que sobrevivió a golpes de Estado y a la Primavera Árabe, un primo codiciado por las altas esferas del aparato estatal, poetas publicados, novelistas inéditos, uno que salió del closet y tres más que siguen fuera, donde ya eran fieles a sí mismos desde antes de Mariela. Sin contar Másters, Doctores, 12 emigrados y siete con chamas…

Ahhhh, los chamas… sarta de alfeñiques recién llegados que, de cierta manera, son la única prueba de que el tiempo nos ha pasado. Por su bendita culpa, aquellos muchachos sin más afán que sacarle el kilo a la Universidad, ahora son “papá”, “mamá” o algún incomprensible pero inapelable puchero reclamateta… A algunos aún no los conozco, pero igual son mis sobrinos, pues la vida me hermanó con sus padres. Ya gozaré contándoles esas anécdotas que sus puros jamás admitirán, aunque luego se rían a solas, cuando de sus maldades se acuerden…

Porque alguien tendrá que contarle a Angélica que sus padres se hicieron novios una semi-desierta noche de ciclón; Nesty sabrá que todo comenzó en un quinto piso hace 13 años; Camilo aprenderá por qué a sus padres los conocemos como la Pionerita y el Buesa; Dieguito sabrá de noches de apagón en el Latino, entre buches de ron con maní, y Héctor, príncipe mestizo de manzanillera y británico, aprenderá a jugar pelota y a hablar cubano con su tío Charly.

Estoy seguro de que seré un buen tío, como igual ellos lo serán de mi hijo. Y como “costar no sueña nada” (LEON SAÑUDO, 1999), sé que algún día tendré un lugar que pueda llamar MI CASA, y siempre que sea posible los reuniré a todos para caernos a recuerdos y ver lo que ha crecido esa turba de malcríaos que no para de joder.

Pero bueno, tampoco tienen a quien salir tranquilos…

9 respuestas a “9 años son algo

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  1. Lindo, no hay forma que comience a leerte y me vaya a la cama jajaja siempre enganchá con tus locuras… un besote de quien te quiere como una tía jajajaja… cuídate… y sigue lindo por dentro y por fuera….!!!!

  2. Excelente crónica, todavía no hace nueve meses que yo me gradué (también de Periodismo), pero me dan esperanzas la cantidad de cosas que han hecho ustedes…. ojalá y los de mi año también las logremos.

  3. Cuando lleguen tus bebes, espero ser la tía, y la preferida. Cuando tengas al fin la casa, espero ser la inquilina que siempre llega y sorprende. Un besote y recuerda que los quiero mucho, a ambos. la petición mía fue primero, después no quiero compromisos, jajajaja

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