Amiguitos vamos todos a temblar…

¿Alguien se acuerda de cuando en Cuba los niños oían canciones de niños, y nadie sospechaba que alguna vez los cumpleaños serían a ritmo de reguetón? Confieso que yo quisiera haberlas olvidado, pero desgraciadamente aún me acosan en sueños con sus truculencias solapadas. De corazón, que otros canten si pueden, porque para mi el estribillo debería ser “amiguitos vamos todos a temblar…”
El reguetón es sexista, vulgar, pedestre, básico, machacón, arrogante y todo lo que le quieran achacar, pero al menos es explícito. Para mí, las viejas canciones y nanas son una horripilante fuente de traumas infantiles, que quizás por solapada es más peligrosa.
Nadie sabe cuál fue el origen de tanto engendro disfrazado de arrullo, pero sin dudas la intención era deshidratar de miedo a los nenés, hundiéndoles en el subconsciente ciertas imágenes que aflojan el esfínter por las noches, y luego nadie sabe por qué.
¿Cómo pedirle a un niño que no le huya al baño, si le hemos cantado una tragedia como la del chino que cayó en un pozo, las tripas le hicieron agua, y encima lo tiramos a mondongo con un inescrutable arre pote-pote-pote, arré pote-pote-pá?
¿Cómo cuestionarle a alguien de mayor cierta tendencia al sadomasoquismo, cuando en la infancia oyó de una manzana –fruto prohibido- que se pasea de la sala al comedor, no me pinches con cuchillo, pínchame con tenedor?
¿Cómo la diáspora siguarayense no va a ser mayor que la judía, si desde pequeños le piden al padre que los enseñe a navegar, aunque sea en barquito de papel, para recorrer el ancho mar y conocer amigos de aquí, pero sobre todo, de ALLÁ?
Que las lecturas de ciertos mensajes varían con la edad es normal. A estas alturas de mi vida “Vacaciones en Leche Cuajada” me parece pura glasnot en muñequito, pero de chama apenas me quedaba en la tontería de “Soy yo, el cartero Fogón…”, sin buscarle y mucho menos verle las cuatro patas al gato, y no precisamente el de tío Fiodor.
La presunta inocencia de las canciones infantiles escondía (esconde) un premeditado y sutil mecanismo para moldear personalidades, imponer credos, sistemas de valores y gustos estéticos, mediante el mangoneo sentimental de la credulidad infantil.
A mi, personalmente, me partía el alma la traición al perrito chino, canjeado al salir de La Habana por un poco de dinero y unas botas de charol. O el despecho al cangrejito rechazado por feo y barrigón, nada menos que por una concha, que va y ni perla tenía.
Ahora se habla de individualismo, desidia, indisciplina social y culto a lo material, pero… ¿qué referentes han tenido esas criaturas? Pongo solo dos ejemplos:
– El compañero Arroz con Leche se quiere casar con una viudita de la capital, que sepa coser, que sepa bordar, que ponga la aguja en su canevá. Sin mencionar la alusión sexual, es evidente que se trata de un matrimonio por interés, de alguien de “provincia” que se aprovecha del atraso de la viudita para asentarse en La Habana.
– En “A la rueda rueda” se pide un besito y se manda pá la escuela, pero si el niño no quiere ir, lo único que le dicen al malcríao es que se acueste a dormir, y punto. Que se me hubiera ocurrido a mi decirle a mi abuela que no quería ir a la escuela, que no solo iba, sino que me sonaban un pase de nalgadas que me durara hasta la universidad, y cuidado.
Pito Pito explica que va tan bonito a la acera verdadera, y uno se pregunta… ¿cuál es la falsa? La Pájara Pinta, en el colmo de la sumisión, se arrodilla a los pies de su amante y encima se levanta con fe y constante. La muñeca vestida de azul seguramente acabará metiendo guapería, porque le recetaron jarabe con tenedor. Alánimo manda a componer la fuente que se rompió sospechosamente porque la reina va a pasar…
Cuando digo esto, me miran raro y dicen que soy un enfermo y que la perversión de mi mente es la única responsable de tanta interpretación paranoica. Quizás, pero peor sería un silencio cómplice, así que yo por si acaso protesto… protesto… y vuelvo a protestar…

Roberlandy Simón: “Yo pedí jugar con Cuba”

roberEs obvio que Roberlandy Simón no pertenece a las gradas, donde apenas cabe sentado y mira encogido al lugar donde debería estar: en la cancha, como el capitán que fue. Su sola presencia en la Ciudad Deportiva emocionó a muchos, yo incluido, que tras cada jugada girábamos la vista para buscar su aprobación o reprobación, sin encontrar más que un rostro impávido, nostálgico tal vez…

Volley cubano: reflexiones de una Eminencia

voly2¿Cómo sería el equipo Cuba si tuviera a todos sus jugadores? Mejor no pensarlo

Lo que muchos se preguntan en privado lo comentó públicamente el argentino Julio Velasco, actual entrenador de la selección iraní de voleibol, y no se trata de un criterio festinado. Este hombre con aspecto de oficinista bonachón que accede a conversar con OnCuba es considerado uno de los tres mejores entrenadores en la historia del voleibol, al punto que un “crack” como Pep Guardiola le pidió consejos sobre cómo dirigir un equipo…

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¡Nu, Pogodi! Regresan los Muñequitos Rusos…

Darwin Fornés no está demasiado seguro de que la creatividad tenga que ver con los tiempos, aunque reconoce que las circunstancias sí influyen, y las actuales le ayudaron a materializar una interesante idea: el Proyecto Chamakovish…

Efectivo neologismo que combina el cubanísimo “chamaco” con el patronímico ruso “kovish”, el nombre mismo del proyecto propone un viaje sentimental a la niñez de varias generaciones de cubanos, en particular los marcados por los vilipendiados –y ahora añorados– “muñequitos rusos”…

Volk y Záyats (El lobo y la liebre), el perro Rex, la insufrible Orejitas a Cuadros, Bólek y Lólek y aquellos dos niños sentados espalda con espalda en nuestras viejas libretas de primaria, saltan de los televisores Krimm y Caribe a los pulóvers y jabas artesanales que vende Chamakovish en la feria comercial Arte en La Rampa.

El taller de serigrafía René Portocarrero produjo esta idea de Darwin, inspirada en la popularidad que aún tienen dichos muñequitos, que no eran todos precisamente rusos. Todo comenzó cuando Darwin se unió a un grupo de Facebook que compartía imágenes de aquellos personajes, y comprobó las emociones que aún provocaban.

Me pareció que esa nostalgia podía funcionar, porque funcionó en mi. Es todo un fenómenos social y generacional, hay blogs, comunidades, íconos, hasta los huevos sorpresas tienen una línea dedicada a esos animados”, contó Darwin a OnCuba, tras la presentación de su proyecto en el Pabellón Cuba.

La plataforma de lanzamiento ha sido más que propicia, porque ninguna feria como Arte en La Rampa tiene tal poder de convocatoria, en el corazón mismo del Vedado habanero, con 80 stands que constituyen todo un bazar contemporáneo de la iniciativa privada.

Desde su creación hace 14 años, este espacio veraniego se ha consolidado como un mercado indiscutible del arte más o menos asequible, amén de ser un ágora de intercambio entre poetas, lectores, músicos y artistas de todo tipo. Entre los sponsors de esta gigantesca feria sobresalen el Ministerio de Cultura, la Casa de las Américas, la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas y el Fondo Cubano de Bienes Culturales, con cabida para profesionales e independientes que hacen aquí no solo su agosto, sino también su julio: las colas no merman, las compras tampoco, y la gente por lo menos pasea y disfruta.

Definitivamente, a los cubanos parece gustarles el comercio… Darwin, nacido en 1984 y graduado hace un lustro de diseñador gráfico, cree que son buenos tiempos para los negocios. Al menos está de acuerdo con que la apertura económica que vive Cuba de cierta manera estimula la creatividad, sobre todo en la búsqueda de nuevos nichos para la diversificación de las iniciativas particulares y el auge de los emprendedores.

En su caso, se concentró en un público-meta adulto, particularmente los nacidos en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo. De hecho, en su stand no hay tallas infantiles, porque sabe que los niños de ahora no se identifican con esos personajes. Más allá del imaginario popular y alguna que otra referencia en la música y las artes gráficas, la memorabilia de corte soviético nunca fue explotada como lo hace Chamakovic. Tal merchandising solo se había visto recientemente con la serie animada cubana Fernanda. Darwin va más atrás y recuerda la parafernalia de artículos con el Tocopán, mascota de los XI Juegos Panamericanos Habana-1991.

Entre los principales retos que enfrentó estuvo reinventar las poses de los personajes, o adaptar al plano serigráfico un orejón tridimensional como Cheburaska, filmado con la técnica de stop-motion. Revivir aquellos años fue muy bueno, algo emocionalmente intenso, aseguró el creador.

Claro, no todo fue por amor al arte… El Taller Portocarrero tiene un objetivo social: producir y vender, pero con el interés de mantener un estándar de calidad y de vincularse en proyectos culturales. Se quería que Chamakovic aportara valores, pero que se vendiera también, con garantías de éxitos, precisó Darwin, auspiciado además por la Galería Génesis.

Chamakovish nació como proyecto puntual para Arte en La Rampa, pero… ¿se quedará aquí o crecerá para resucitar a otros personajes como Mikrovitsh, el Mago Jotavish, Tusa Kutuza o el combo Los Yoyo…? Darwin sonríe y se limita responder: Todo dependerá de la aceptación, pero no dudo nada: la nostalgia vende…

Se murió Álvarez Guedes: ¡no jodas chico!

Álvarez Guedes acaba de hacer su peor chiste: morirse…

El humor, el relajo, el choteo cubano está de luto. A los 86 años de edad, en su casa de Kendall, un suburbio de Miami, murió rodeado de sus familiares Guillermo Álvarez Guedes, a quien realmente le sobró el Guillermo para ser reconocido…

Cuando se haga la historia del humorismo cubano, Álvarez Guedes tendrá un espacio garantizado, entre otras razones, porque tenía una gracia para hacer chistes que contados por otros serían soberanos pujos, pero contados por él era imposible no reírse. Incluso en aquellos años en que uno lo escuchaba casi clandestino, en cassetes copiados hasta el infinito, de cintas mordías por el uso y abuso, que pegábamos con pintura de uña…

Un típico jodedor cubano, aún sin verlo uno sentía en aquellas grabaciones la complicidad de quien hace cuentos de relajo en una reunión de amigos, como lo más natural del mundo. Parece que era algo genético, pues su hermana Eloisa fue también una cuenta-cuentos con una bis cómica insuperable.

Aunque venía escuchándolo desde que tengo uso de razón, yo vine a ponerle rostro a Álvarez Guedes hace apenas un lustro, cuando tecleé su nombre en YouTube y lo vi en algunos sketchs, aunque pienso que su fuerte era el coloquial cara a cara con su público. Quizás fue una suerte de precursor del “stand up comedy” a lo cubano, y tuvo el mérito de gustar en ambas orillas, aunque algunos se sintieran incómodos –e incluso culpables- porque hasta sus chistes políticos daban risa.

Álvarez Guedes nació en 1927 en el poblado matancero de Unión de Reyes, donde comenzó su carrera como actor hasta llegar a la radio a fines de los años 40. Luego llegó a la televisión, gracias al productor y animador Gaspar Pumarejo, y por su carisma y gracia se destacó en sainetes y comedias musicales, espectáculos de cabaret, e hizo un tándem memorable con Rita Montaner, la Única, tanto en la radio como en el teatro y la televisión.

Pero aparte de su intensa carrera actoral, en 1949 creó el sello discográfico Gema Records, que lanzó a imprescindibles como Rolando Laserie, Celeste Mendoza o Elena Burke. En 1953 hizo el espectáculo musical El Solar, en el cabaret Montmartre, con Beny Moré, Olga Guillot y Carlos Pous, y coreografía de Alberto Alonso. Por su sello pasaron también Chico O’Farrill y Bebo Valdés.

Entre sus ídolos destacó a Leopoldo Fernández, célebre por sus personajes Pototo y Trespatines, Alberto Garrido y Enrique Arredondo, recordado por su Bernabé. También guardaba buenos recuerdos del showman Germán Pinelli, y del Bárbaro del Ritmo, Beny Moré, con quien trabajó mucho y cuya música no se cansaba de escuchar.

El 23 de octubre de 1960 se fue de Cuba en el mismo avión que se fue Celia Cruz, directo a New York. Luego se instaló en San Juan, Puerto Rico, donde tuvo gran protagonismo en el nacimiento del Gran Combo y el lanzamiento de los cantantes Danny Rivera y Luisa María Güell. Nunca quiso regresar a Cuba.

En total grabó 32 discos de chistes, escribió la novela Cadillac 59 (2000), apareció en películas como “Dios te salve psiquiatra” (1966) y “Que todo quede entre cubanos” (2008), y sus espectáculos unipersonales lograban llenos memorables. Hasta el 2011, fue la estrella de la revista radial “Aquí está Álvarez Guedes”.

Descanse en paz Álvarez Guedes. Y que se preparen en el Más Allá para morirse nuevamente… de risa…

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